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Campaña Mundial de Reducción de Desastres 2003
Demasiada agua… El creciente número de inundaciones catastróficas responde a varios factores, incluyendo las crecientes poblaciones urbanas, la más densa ocupación de las planicies aluviales y otras zonas propensas a las inundaciones, así como la expansión de formas inapropiadas de ordenamiento territorial en las cuencas. En el período 1980-2001, un total de 163.471 muertes se vincularon a la ocurrencia de inundaciones alrededor del mundo. En
Mozambique, más del 80% de la población depende de
la tierra para su subsistencia. Durante las inundaciones del 2000—las
peores en más de un siglo—casi toda la tierra arable permaneció bajo
las aguas. Casi un millón de personas tuvieron que huir de sus
hogares y buscar refugio en los árboles. Se dijo que los niveles
del agua ascendieron de cuatro a ocho metros en cuestión de días. La índole y el impacto de la sequía es difícil de valorar, debido a su lento advenimiento y efectos dominantes durante muchos meses e incluso años. En el período antedicho, 1980-2001, se informó que un total de 560.300 personas murieron a raíz de la sequía, casi la mitad de las fatalidades provocadas por los desastres naturales. Desde el año 2000, el sur de Sri Lanka ha sufrido una sequía descrita por residentes locales como “la peor en 50 años”. Las comunidades afectadas por la sequía han sufrido gravemente por el fracaso de las cosechas y la desnutrición, las industrias locales se han visto obligadas a cerrar, y los aldeanos a emigrar a las ciudades en busca de empleo. Vivir con el riesgo: reorientando
la corriente de los Considerando que 2003 será el Año Internacional del Agua Dulce, la Campaña Mundial de Reducción de Desastres 2003 de la EIRD se concentrará en cómo podemos encarar las amenazas relativas al agua. Las amenazas hidrometeorológicas (como las inundaciones, la sequía, los aludes, los ciclones tropicales, huracanes y tifones) están aumentando palmariamente, afectando a más comunidades que nunca debido a actividades humanas que aumentan la vulnerabilidad y cambian el equilibrio natural de los ecosistemas. Por ello, la reducción de desastres debe incorporarse efectivamente a las metas más amplias del desarrollo sostenible, con el fin de permitir el establecimiento de comunidades resistentes a los desastres. Si bien las estadísticas sobre el impacto de los desastres son inquietantes—incluyendo números pavorosos de muertes y devastadores costos sociales y económicos—pocos de nosotros hemos dado los pasos necesarios para reaccionar ante esta realidad y protegernos eficazmente contra el riesgo de los desastres.
Organizada por la Secretaría interagencial de la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres (EIRD/ONU), el objetivo central de la Campaña Mundial de Reducción de Desastres es aumentar la conciencia por medio de interacciones entre diferentes actores para crear presiones sociales y cambiar la percepción de la gente sobre los riesgos y las vulnerabilidades a los efectos de las amenazas naturales. Al reunir tan diversas experiencias e iniciativas en marcha a escala mundial, más gente aprende sobre la reducción de desastres, lo cual llevará eventualmente a percepciones y conductas diferentes, como la organización de actividades educativas para diseñar mapas de riesgos, lecciones escolares sobre qué hacer en caso de un desastre, oportunidades de formación para los actores en reducción de desastres, y el desarrollo de políticas nacionales de gestión de desastres. La Campaña gana impulso a lo largo del año hasta culminar con el Día Internacional para la Reducción de Desastres, el que es celebrado internacionalmente por organismos globales, instituciones regionales y comunidades locales por igual. La celebración del Día congrega a representantes de todos los sectores de la sociedad, desde gobiernos nacionales hasta socorristas voluntarios, escolares y periodistas. Los desastres nos pueden afectar a todos, sin importar quiénes somos ni dónde estamos.
En
cualquier instante, alrededor del mundo, un río en algún
lugar ha provocado una inundación y sus aguas están amenazando
las propiedades y las vidas mismas de alguna comunidad. En el otro extremo,
pero al mismo tiempo, diversas sequías provocan sed y aridez en
varios puntos del planeta. Esta es precisamente la razón por la cual el desarrollo sostenible, además de las estrategias internacionales orientadas a reducir la pobreza y proteger el ambiente, debe tomar en cuenta los riesgos y el impacto de las amenazas naturales. El desarrollo sostenible no se alcanzará sin abordar la vulnerabilidad a las amenazas naturales; se trata, de hecho, de una preocupación multisectorial que afecta los ámbitos social, económico, ambiental y humanitario. Los desastres relativos al agua—demasiada, o demasiado poca—tienen efectos adversos para el bienestar de todos estos sectores en todos los países. Para lograr la integración exitosa de la reducción de desastres en el desarrollo sostenible, es esencial desarrollar políticas apropiadas para valorar los riesgos y las vulnerabilidades, así como estrategias para reducir y compartir el riesgo, fortalecer los preparativos, crear sistemas de alerta temprana y mejorar la respuesta a los desastres. La reducción de desastres incluye todas las actividades emprendidas para valorar y reducir tanto las condiciones vulnerables como, en la medida de lo posible, el impacto de las amenazas—en este caso, las sequías, las inundaciones y los aludes. El Año Internacional del Agua Dulce En diciembre del 2000, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó que 2003 sería el Año Internacional del Agua Dulce. Con el apoyo de 149 países, la resolución de la ONU promueve una mayor conciencia sobre la importancia de la gestión y protección sostenibles del agua dulce. El Año Internacional del Agua Dulce es una plataforma para promover actividades e impulsar nuevas iniciativas relativas a los recursos hídricos a escala internacional, regional y nacional. Se espera que el Año permita dar seguimiento a los acuerdos forjados en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible (CMDS), celebrada en Johannesburgo en agosto y setiembre del 2002, y el Foro Mundial del Agua (Kyoto, marzo del 2003), y que su impacto se prolongue mucho más allá del 2003. Las actividades del Año están siendo consideradas por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU (DAES) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Para
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