GINEBRA, 24 de enero de 2019 – Según el análisis de 281 eventos registrados por el Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres (CRED) en EM-DAT (su base de datos sobre eventos de emergencia a nivel internacional), los terremotos y los tsunamis ocasionaron la mayoría de las 10.373 muertes que se produjeron debido a los desastres ocurridos el año pasado, mientras que los eventos meteorológicos extremos son los responsables de la mayoría de los 61,7 millones de personas que resultaron afectadas por las amenazas naturales.
Mami Mizutori, Representante Especial del Secretario General para la Reducción del Riesgo de Desastres, afirmó lo siguiente: "No hay ninguna parte del planeta en la que no se sintiera el impacto de los eventos meteorológicos extremos ocurridos el año pasado. Las inundaciones, las sequías, las tormentas y los incendios forestales analizados repercutieron en 57,3 millones de personas, lo cual destaca una vez más que si deseamos reducir las pérdidas ocasionadas por los desastres, debemos mejorar la forma en que gestionamos el riesgo". "Ya se nos está agotando el tiempo para limitar el calentamiento global a 1.5˚C o 2˚C. Debemos permanecer igualmente activos en cuanto a la adaptación al cambio climático, lo que significa que debemos reducir el riesgo de desastres en nuestras ciudades, evitar la creación de nuevos riesgos al mejorar el uso de la tierra, al contar con reglamentos de planificación y códigos de construcción más firmes, al salvaguardar los ecosistemas con funciones de protección, y al tomar medidas de forma activa para reducir el aumento en el nivel del mar".
El saldo de 10.373 víctimas mortales en 2018 se compara con un promedio anual de 77.144 muertes registradas entre 2000 y 2017. Estos promedios se magnificaron debido a la pérdida de vidas a gran escala en eventos tales como el tsunami del Océano Índico (2004), el ciclón Nargis (2008) y el terremoto de Haití (2010). Si bien en 2018 no se experimentó este tipo de eventos, es probable que la pérdida de vidas debido a grandes amenazas naturales ha venido disminuyendo debido a mejores condiciones de vida y una mejor gestión del riesgo de desastres.
El año pasado, las actividades sísmicas, incluidos los terremotos, los tsunamis y las actividades volcánicas, trastornaron las vidas de 3,4 millones de personas y ocasionaron más muertes que cualquier otro tipo de desastres, tales como en Indonesia (4.417 víctimas mortales), Guatemala (424 muertes) y Papúa Nueva Guinea (145 personas fallecidas).
Las inundaciones continuaron afectando a la mayor cantidad de personas. Esta cifra alcanzó 35.4 millones, lo que incluye 23 millones de personas en Kerala India. Asimismo, las inundaciones ocasionaron 2.859 muertes, incluidas 504 en India, 220 en Japón, 199 en Nigeria y 151 en la República Popular Democrática de Corea.
Un total de 12.8 millones de personas resultaron afectadas por las tormentas ocurridas el año pasado, las cuales ocasionaron 1.593 muertes registradas. Se prevé que las tormentas, en especial las que ocurrieron debido a los huracanes Florencia ($14.000 millones) y Michael ($16.000 millones), así como por el tifón Jebi ($12.500 millones), sean los desastres más costosos ocurridos en 2018, una vez que se recopile información final sobre las pérdidas económicas ocasionadas.
Los incendios forestales en Europa y Norteamérica cobraron un número récord de víctimas mortales. En Europa, Grecia experimentó el incendio forestal más mortal que se haya registrado (126 víctimas), mientras que en los Estados Unidos se produjo el incendio forestal más mortal ocurrido en todo un siglo (88 víctimas), al igual que el incendio forestal más costoso registrado (se calcula que costó unos $16.500 millones).
Las estadísticas del CRED destacan que 9,3 millones de personas resultaron afectadas por las sequías en el ámbito mundial, incluidos los países siguientes: Kenia (3 millones de personas), Afganistán (2.2 millones de personas) y Centroamérica (2.5 millones), lo que incluye zonas migratorias muy activas de Guatemala, Honduras, el Salvador y Nicaragua. El poco registro de información sobre sequías y eventos de temperaturas extremas obstaculizan una mejor comprensión sobre estos en el ámbito mundial.
La Dra. Debarati Guha-Sapir, jefa de CRED en la Universidad Católica de Lovaina, afirmó lo siguiente: "Es notorio observar, especialmente en los países de bajos ingresos, que se notifica de forma inadecuada el impacto de todos los desastres, particularmente las sequías y las temperaturas extremas. Resulta difícil cuantificar el impacto humano de estos eventos, pero es algo que se debe hacer urgentemente, en especial para poder notificar datos sobre los indicadores de las metas específicas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Por consiguiente, las agencias pertinentes del Sistema de Naciones Unidas deben abordar enfoques innovadores que midan los avances logrados en cuanto a la resiliencia y la capacidad de adaptación de las comunidades".
Los Estados miembros de las Naciones Unidas se han comprometido a reducir las pérdidas ocasionadas por los desastres y a implementar el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030, el plan mundial establecido para reducirlas, el cual se centra claramente en la reducción de la mortalidad y del número de personas afectadas por los desastres, la igual que en la reducción de las pérdidas económicas afines y los daños que se producen en la infraestructura crítica.
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