El Día Mundial del Medio Ambiente es una ocasión propicia para poner de relieve lo mucho que dependemos de la naturaleza y la salud de nuestro planeta.
La calidad del agua que bebemos, de los alimentos que comemos y del aire que respiramos depende de la protección del mundo natural.
Sin embargo, las amenazas para el medio ambiente derivadas de la actividad humana son mayores que nunca.
Un millón de especies están en peligro de extinción y los recursos de los océanos se están agotando.
La contaminación del aire se cobra siete millones de vidas cada año y perjudica el desarrollo de los niños, y muchos contaminantes atmosféricos contribuyen al calentamiento del planeta.
El cambio climático amenaza nuestra propia existencia.
En mi reciente visita al Pacífico Sur fui testigo presencial de los efectos, cada vez más graves, de la emergencia climática mundial.
No hay tiempo que perder. Esta es la batalla de nuestras vidas.
Debemos y podemos ganarla. Existen soluciones.
Gravemos la contaminación, no a las personas.
Dejemos de subvencionar los combustibles fósiles.
Dejemos de construir nuevas centrales de carbón.
En todo el mundo, la gente está pidiendo que se tomen medidas.
En este Día Mundial del Medio Ambiente, atendamos su petición.
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