Por Robert Glasser y Luis Felipe Puente
GINEBRA, 17 de marzo de 2017 – Han pasado dos años desde la adopción del Marco de Acción de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres, el cual dio inicio a uno de los procesos más ambiciosos en la historia de las Naciones Unidas: La Agenda para el Desarrollo Sostenible 2030.
Esta Agenda está diseñada para rescatar al planeta del borde del abismo en el que se encuentra, y es que la catástrofe es inminente si no renunciamos al uso de combustibles fósiles y planificamos el crecimiento demográfico de una manera que evite la exposición a los peligros naturales y a aquellos provocados por el hombre.
La prevención está presente como hilo conductor en todos los componentes de la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030; el Acuerdo de París sobre cambio climático aborda directamente el mayor riesgo de desastre que enfrenta el planeta hoy en día, el calentamiento global a niveles insoportables, si las emisiones de gas invernadero no se limitan a niveles de 2°C o menos.
Es necesario decir que la ratificación del Acuerdo de París es sólo el inicio. El Marco de Acción de Sendai, que es el plan global para prevenir y reducir las pérdidas por desastres, establece el año 2020 como fecha límite para un incremento sustantivo de estrategias nacionales y locales para la reducción del riesgo de desastres; el establecer los cimientos para un planeta seguro y resiliente en los años por venir dependerán de los esfuerzos locales.
Un planeta seguro y resiliente será aquel que se comprometa a eliminar su dependencia a los combustibles fósiles, y a difundir y compartir la tecnología necesaria para lograr un cambio global a fuentes de energía renovable. También será un planeta en donde el riesgo se gestione de una nueva forma, el desarrollo considere información en materia de riesgo, y donde la seguridad y el bienestar de los ciudadanos se promuevan por encima de los beneficios a corto plazo para los inversionistas.
Estos planes nacionales y locales abarcarán toda la gama de riesgos de desastres, tal como se especifica en el Marco de Acción de Sendai, con particular énfasis en la prevención de desastres a través de la reducción o la eliminación del riesgo dependiendo de la naturaleza del peligro.
Los planes deben abordar el cambio climático, la pobreza, la protección del medio ambiente, la urbanización, el crecimiento demográfico, el uso de suelo y los códigos de construcción; también deben involucrar a una amplia gama de interesados, más allá de los gobiernos locales, que incluya a la industria de la construcción, otros actores del sector privado y un amplio espectro de la sociedad civil.
El esfuerzo conjunto comenzará formalmente cuando los representantes de Alto Nivel de los Estados Miembros de la ONU, Alcaldes, representantes de gobiernos locales y miles de activistas comunitarios y de organismos no-gubernamentales se reúnan en Cancún, México, para celebrar la 5ª Plataforma Global para la Reducción del Riesgo de Desastres, del 22 al 26 de mayo de 2017.
Este engranaje metafórico en contra del riesgo de desastres, se lleva a cabo cada dos años desde que el tsunami en el Océano Índico cobró la vida de más de 220,000 personas en el 2004, teniendo su arranque en el marco de la Conferencia Mundial de 2005. Esta Conferencia estableció directrices detalladas para los Estados Miembros de la ONU sobre la manera en la cual debían gestionar el riesgo de desastres, las cuales fueron consignadas en el Marco de Acción de Hyogo, que se extendió hasta 2015.
El proceso continuó con la celebración de cuatro Conferencias bianuales en Ginebra, y la Tercera Conferencia Mundial de las Naciones Unidas en Sendai celebrada en Japón en marzo de 2018, durante la cual se adoptó el Marco de Acción de Sendai y sus siete objetivos.
Lo que hemos aprendido de décadas pasadas es que el mundo ha avanzado en la gestión del riesgo de desastres causados por peligros naturales y que no habían estado enfocados en la prevención. Las tasas de mortalidad han disminuido a pesar de la creciente intensidad de severos fenómenos meteorológicos causados a menudo por el calentamiento global y el incremento en el nivel de los mares.
Países como México han realizado avances significativos para hacer frente a eventos importantes como el huracán Patricia, la tormenta más intensa de la que se tiene registro en el continente Americano. La experiencia de México en el terremoto de 1985 ha sido un parteaguas para generar grandes esfuerzos para reducir el riesgo de muertes en caso de una recurrencia.
Sin embargo, lo que también hemos visto es el crecimiento de la exposición al riesgo de desastres, lo cual actualmente supera ampliamente nuestra capacidad para mantenernos a la par, o para manejarla adecuadamente, a fin de reducir el número de personas afectadas o las pérdidas económicas.
En meses recientes, Haití perdió 32% de su PIB a consecuencia del huracán Matthew. En 2015, se registró un mayor número de personas desplazadas a causa de desastres, que por conflictos armados. Seis años después del triple desastre causado por el terremoto, tsunami y fusión nuclear en Fukushima, 123,000 personas siguen desplazadas internamente en Japón.
Como resultado del ciclón Enawo, a principios de este mes, Madagascar sufrió grandes pérdidas en su agricultura, además de importantes daños a escuelas e infraestructura.
Estos eventos ejemplifican por qué es de vital importancia que los participantes de la Plataforma Global en México regresen a sus países de origen con un compromiso aún mayor en favor de la acción en prevención a niveles locales.
Teniendo en cuenta que los peores desastres que podrían ocurrir aún no han sucedido, Cancún debe convertirse en un punto de quiebre. El mundo debe escalar sus acciones al nivel requerido para construir la resiliencia necesaria, en un siglo que nos pondrá a prueba en materia de desastres como nunca antes se ha visto.
Robert Glasser es el Representante Especial del Secretario General de la ONU para la Reducción del Riesgo de Desastres.
Luis Felipe Puente es el Coordinador Nacional de Protección Civil en México.