Estrategia
Internacional para la Reducción de Desastres Las Américas |
Revista
EIRD Informa - América Latina y el Caribe |
Revista
para América Latina y el Caribe
Número. 15, 1999
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Erupciones
volcánicas en Ecuador Desde setiembre/98 la denominación de la sierra ecuatoriana como la Avenida de los Volcanes tuvo su razón de ser al reactivarse dos volcanes casi simultáneamente: el Guagua-Pichincha de 4784 msnm ubicado 12 km al oeste de la ciudad de Quito con 1.500.000 habitantes y el Tungurahua de 5023 msnm ubicado en el centro del país cercano a zonas densamente pobladas llegando a 100.000 personas. Varios estudios fueron desarrollados, definiendo los mapas de peligros volcánicos potenciales tanto para el Guagua-Pichincha, como para el Tungurahua, entre otros (Hall M. et al., 1988). Igualmente el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional lleva a cabo el monitoreo volcánico y sísmico en el país. La ciudad de Quito tendría como principal afectación caída de ceniza y posibles flujos de lodo por acumulación de ceniza en laderas ubicadas en un segundo plano en relación con el Guagua-Pichincha. Sin embargo, una erupción del Tungurahua afectaría directamente a pequeñas ciudades como la turística Baños de 20.000 habitantes que se encuentra al pie del volcán. Ante la emergencia se intensificó el monitoreo volcánico y estudios específicos como la modelisación de flujos de lodo secundarios en Quito, donde se han embaulado y rellenado 42 quebradas en las laderas. En caso de un escenario medio con acarreo de escombros, podría producirse flujos con volúmenes entre 4.000 y 330.000 m3 y velocidades de hasta 6.7 m/s (EPN, SDR/CSS, PNUD, 1998).
En los últimos días del mes de septiembre/98 se reportaron más de 1.800 microsismos, deformaciones e importantes explosiones freáticas en el volcán Guagua-Pichincha, la población de 1.500.000 de habitantes fue informada, declarándose la alerta amarilla desde 1° de octubre/98 hasta la fecha. En este período la actividad varió hasta el 5 de septiembre/99, cuando una macro explosión freato-volcánica levantó columnas de más de 20.000 m de altura y depositó ceniza por varios mm hasta 150 km de distancia, declarándose la alerta naranja por pocos días, volviéndose luego a la alerta amarilla. Se han multiplicado las molestias respiratorias para la ciudadanía, el transporte en la ciudad, por ejemplo, el aeropuerto de Quito tuvo que cerrar 5 días en 1999. Igualmente la agricultura y ganadería está siendo afectada por la acumulación de ceniza. El proceso eruptivo del Guagua-Pichinchaque inició desde finales del año 1998, ha dado tiempo para mejorar el manejo de la emergencia, aunque siempre existe dificultad en la coordinación, canales definidos de información y conocimiento de la situación. El Municipio de Quito, con base en la información técnica, ha manejado la emergencia, desarrollando un extenso programa de difusión y participación ciudadana. Con las primeras emanaciones del volcán, se ha aprendido del fenómeno, de su comportamiento y se ha perdido el miedo inicial. Para las posteriores emanaciones las autoridades manejaron mejor las alertas y la ciudadanía sabrá como actuar. Ahora el slogan es: Tenemos que acostumbrarnos a vivir con ceniza. Sin embargo, en caso de mayor actividad las consecuencias podrían ser más graves, para lo cual se requerirá un mayor énfasis en la coordinación con las instituciones que monitorean técnicamente y con aquellas que actúan en caso de atención a la emergencia y la población: saber quién hace qué. De una manera similar el volcán Tungurahua empezó sus anomalías en septiembre/98, intensificándose la microsismicidad y deformaciones a partir de agosto/99, el proceso eruptivo siguió en aumento, produciéndose desde mediados de octubre/99 fuertes emanaciones volcano-freáticas, que provocaron la declaración de la alerta naranja y la evacuación directa e indirectamente de 100.000 personas, de las cuales aproximadamente 16.000 están en albergues (dic. 99). La actividad volcánica, hasta el momento, ha producido emanaciones de piroclastos y lava que se acumula en la mitad superior del volcán. Sin embargo, las exhalaciones de ceniza han producido depósitos que en los alrededores del volcán alcanzan más de la decena de centímetros, multiplicándose los flujos de lodo y escombros. La ceniza también se desplaza varias centenas de kilómetros, como el caso de la ceniza en suspensión vista en Guayaquil. Los daños de las 45 poblaciones cercanas al volcán son cuantiosos: paralización de sus actividades turísticas y productivas, hasta el momento por más de dos meses, el efecto en la agricultura, ganadería, avicultura y otros han producido desazón en la población y la falta de perspectivas en caso de continuar el proceso eruptivo. La emergencia en general ha sido bien manejada, se han declarado a tiempo las alertas, evacuado a tiempo a la población y atendido a los refugiados. Luego de un inicio muy rígido, se está permitiendo el ingreso controlado de pobladores de la zona que requieran ir a sus propiedades. Sin embrago, las grandes preguntas son a futuro. Los fondos son limitados, la población mayormente está desocupada y preocupa la situación de las zonas evacuadas.
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