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Internacional para la Reducción de Desastres Las Américas |
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De
la participación al compromiso
La gestión frente a emergencias y desastres, cada día avanza más resueltamente hacia mecanismos concretos y específicos de prevención, que suponen acciones de intervención sobre los factores de amenaza y de vulnerabilidad asociada, vale decir, de actuación directa sobre los múltiples riesgos a que están expuestas las comunidades. Partiendo del convencimiento de que el desastre es, en definitiva, producto de un proceso social en el que se han potenciado las condiciones de vulnerabilidad de las poblaciones, ha llevado a la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior (ONEMI), a diseñar y poner en práctica estrategias preventivas con soporte sociológico, que permitan integrar los esfuerzos de cada instancia ciudadana, en una labor sistémica, bajo el concepto de responsabilidad compartida. Desde esta perspectiva, ONEMI diseñó un modelo de acción en Protección Civil direccionado hacia el nivel local, en el que, al habitual trabajo conjunto autoridad/organismos cientificoténicos, se anexa la comunidad, ya no como mera depositaria de la gestión, sino con un rol activo y comprometido, en un claro reconocimiento a sus capacidades, deberes y derechos a ser constituyente eficaz en el accionar destinado a su propia protección y seguridad. Para tal efecto, en el marco del Plan Nacional de Capacitación en Protección Civil Quinquenio 1996-2000, se estableció el Programa de Participación Comunitaria para el uso de una herramienta metodológica esencial de evaluación y manejo de riesgos, vista como proceso de Microzonificación de Riesgos y de Recursos. El Programa diseñado por ONEMI se propuso incorporar un mecanismo de Información, Comunicación y Capacitación a una estrategia más amplia que la mera combinación de ambos. Se incorporó la variable Acción Compartida, conformándose así un Modelo de Gestión Conjunta Autoridad/Comunidad Organizada, evidenciando como la mejor alternativa para el establecimiento de deberes y derechos compartidos, que llevará a cada una de las partes a comprometerse con sus específicas responsabilidades en la gestión local de riesgos, bajo el supuesto que el más férreo compromiso lo establece el ser humano con aquello de cuya construcción ha formado parte o ha construido por sí mismo. Soporte metodológico
Para nutrir el modelo con los debidos soportes de sostenibilidad, se diseñó la metodología AIDEP, mediante la cual la autoridad local y líderes comunitarios pueden detectar sus riesgos y recursos, priorizarlos, planificar acciones para el manejo de los riesgos priorizados y lograr de este modo, aportando cada uno lo suyo, mayores condiciones de seguridad, como factor sustantivo de mejoramiento de su calidad de vida. Asimismo, se elaboró el respectivo material didáctico, adecuado a cada una de las instancias participantes: Gobiernos Locales (Municipios) y Organizaciones Sociales Comunitarias. Para los Gobiernos Locales, se diseñó un Manual de Aplicación del Proceso Global que, con 5 anexos a modo de Guías Específicas, posibilitan la sectorización del área a trabajar; la detección de líderes comunitarios; capacitar en la metodología AIDEP; planificar la gestión conjunta de preparación frente a emergencias y generar proyectos de mitigación que permitan acceder a fondos concursables. Para las Organizaciones Sociales se diseñaron Guías Específicas para facilitar la conducción del proceso en sus comunidades representadas: Microzonificación de Riesgos y de Recursos, Planificación Integral; Planificación de Coordinación para las Acciones de Respuesta y Generación de Proyectos. Con la totalidad de los instrumentos diseñados, ONEMI se propuso poner el Modelo a disposición de la totalidad de los Municipios del país en 1996. Transcurridos 18 meses de iniciado el proyecto de experimentación (19 comunas piloto), comenzaron espontáneamente a adoptar el modelo de gestión participativa otros 75 Municipios chilenos. La aplicación experimental de ONEMI concluyó en diciembre 1998, para su evaluación en el 99 a través de instrumentos específicos, destinados a captar: 1. Percepción
de los participantes sobre la efectividad del Modelo. La aplicación experimental del Programa permitió a ONEMI comprobar su tesis original: La información, la capacitación y la educación no son suficientes para que las comunidades se comprometan con una gestión destinada a su propia seguridad. Estas acciones alcanzan resultados positivos siempre y cuando, a lo menos, ese nuevo conocimiento sirva para una vinculación más efectiva con las autoridades y, desde allí, su visión sea considerada por la autoridad local y su aporte se integre a una acción gubernamental concreta. Vecinos activos y comprometidos con sus específicas responsabilidades frente a su propia seguridad, constituyen el logro global fundamental del Programa, que en lo tangible, se traduce en la ejecución conjunta Municipio/Comunidad de proyectos específicos de mitigación de riesgos prioritarios para las poblaciones, como aporte al mejoramiento de la calidad de vida, además de posibilitar otra serie de avances marginales, como lo son el fortalecimiento de la credibilidad e imagen de liderazgo de las Municipalidades. Para mayor información
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