La
falta de Informaci�n P�blica y de Comunicaci�n Educativa incrementa los
da�os causados por los Desastres Naturales
El Salvador puede
aprender de errores ajenos, del pasado, y planificar de manera integral,
estableciendo alertas realistas. La planificación integral, vinculada
a las tareas de prevención para mitigar daños causados por
desastres naturales, en El Salvador constituye una necesidad perentoria,
pues los temblores presentes desde enero, muestran los resultados en víctimas
mortales, en pérdida de bienes, y en los capitales sociales intangibles.
Ante la magnitud de
las fuerzas naturales, que pueden seguir apareciendo, falta todavía
dotar a la población, mediante una estrategia de Información
Pública y de Comunicación Educativa, de la capacidad de
respuesta oportuna como salvaguardia eficaz para su vida y sus bienes.
Además, la
manera combinada de los efectos de los fenómenos naturales puede
dar lugar a la presencia de una o de varias causas de incremento en la
aflicción y desconcierto de la población.
Como se ha podido
corroborar, los terremotos son susceptibles de originar, entre otros,
el colapso de suelos con fracturas y grietas; y deslizamientos y derrumbes
en sus elevaciones (colinas, cerros, montañas y cordilleras); así
como afectar y destruir acueductos, oleoductos, gasoductos, e interrumpir
la efectividad de funcionamiento en los sistemas viales, distribución
domiciliaria de energía eléctrica, telecomunicaciones; y
causar explosiones e incendios.
Sin una planificación
holística (integral), la respuesta que puedan dar los organismos
encargados de algunos servicios públicos, puede llegar a ser, simplemente,
desastrosa. Sólo un ejemplo: el terremoto de Kobe 1
. A las pocas horas del sismo e intentando restablecer la normalidad,
las autoridades del sector reactivaron las líneas de transmisión
de la energía eléctrica, cuando grandes tramos de las cañerías
de gas estaban destrozadas en toda la ciudad 2 .
La hora en que ocurrió
el terremoto (en la madrugada, mientras la mayoría de la población
descansaba), y la decisión de restablecer la energía (debido
a que los focos independientes de incendios se multiplicaron llegando
hasta 142), fueron las causas principales de las 6.000 víctimas
muertas.
De la misma manera,
un sistema de alerta previa que no sea realista, se convierte en una trampa
mortal. Un sólo ejemplo: la erupción del volcán del
Mount Saint Helens 3. La erupción ocurrió
en la madrugada del 18 de mayo de 1989, matando a 57 personas. El Presidente
Jimmy Carter culpó a las víctimas por haber sorteado las
vallas dispuestas como precaución, para incursionar dentro de la
Zona Roja delimitada por la Gobernadora del Estado.
Sin embargo, se demostró
que nunca existieron vallas, que la zona restringida establecida por la
Gobernadora cubría sólo 5 Km del área crítica,
que los especialistas habían recomendado un área mínima
de 16 Km y que sólo tres de las víctimas fatales estaban
dentro de la zona roja. Las demás 54 personas se encontraban tan
lejos como hasta 55 Km de la zona crítica.
Los ciclos de la naturaleza
y la importancia de la memoria histórica. Los ciclos que rigen
los fenómenos naturales no integran un patrón claramente
predecible para la ciencia actual. Es decir, si un fenómeno no
ha ocurrido hasta ahora, no anula la posibilidad de que suceda esta tarde,
o en un año, o el próximo siglo. De igual manera, el que
un fenómeno natural haya sucedido en el pasado, no garantiza que
volverá a producirse.
Pero los datos y registros
históricos no carecen de importancia. Al contrario, la estadística
histórica debe servir para recordar las respuestas inadecuadas
y aprender las lecciones que impidan la pérdida de vidas humanas
y bienes.
- Un ejemplo: aunque
los maremotos (sismo en el fondo del mar que produce olas gigantes,
o tsunamis, en lengua japonesa) no son frecuentes en América
Central, el litoral del Pacífico figura en los mapas de riesgo
y está altamente expuesto 4 .
- Otro ejemplo radica
en las series de racimos de temblores presentes en El Salvador,
posteriores a los sismos del 13 de enero y del 13 de febrero de este
año, que fueron tratados por la prensa como si fueran acontecimientos
nuevos 5
- Un último
ejemplo es el derrumbe producido por el sismo de enero 13 que sepultó
200 viviendas y mató a unas 500 personas en la urbanización
Las Colinas II, al sur de la ciudad de Nueva San Salvador o Santa Tecla,
que muestra la fragilidad de la memoria histórica 6
.
Vicente Brunetti
Investigador y Consultor Internacional en Comunicación y Educación.
Especialista en Proyectos y Estrategias de Información Pública
y Comunicación Educativa para Prevenir y Mitigar Daños causados
por Desastres Naturales. Autor de 23 libros sobre Comunicación
y Educación.
brunetti@rieder.net.py
- El
puerto de Kobe, segunda zona urbana más grande de Japón,
sobre la bahía de Osaka y a 450 km al sur de Tokyo, tuvo un despertar
calamitoso a las 5:46 am del 17 de enero de 1995, cuando un terremoto
de 6.9 Richter le sacudió durante 20 segundos, situación
agravada por unos 50 incendios múltiples y separados que, conjuntamente,
destruyeron miles de edificaciones, líneas telefónicas,
cañerías de agua y gas, y entorpecieron a los bomberos
que se vieron superados y desbordados por la catástrofe.
- No
sólo hubo ineptitud y mediocridad por parte del gobierno del
Primer Ministro Murayama que reaccionó recién cuatro días
después del sismo, enviando al ejército para distribuir
alimentos y buscar los cadáveres de las víctimas; sino
que permitió al aparato gubernamental un comportamiento burocrático,
ensañado en impedir que la ayuda internacional llegada a Kobe,
pudiera intervenir con efectividad para mitigar el desastre.
-
Monte de 2.536 metros de altura, en el Estado de Washington, Estados
Unidos.
- En
setiembre 15-1902, un maremoto golpeó entre los puertos de San
José (Guatemala) y La Libertad (El Salvador). La cifra de heridos
y víctimas mortales rondó las 400 personas. En setiembre
1-1992 otro maremoto afectó la costa de Nicaragua sobre el Pacífico,
con olas de entre 8 y 15 m de altura, causando 179 muertos y 40.500
damnificados, daños económicos graves y un deterioro ecológico
no evaluado todavía.
-
Entre la mañana del 29 y la tarde del 30 de diciembre-1872, ocurrieron
81 sismos en la región de San Vicente. El día 30, la ciudad
sufrió un sismo, antecedido y seguido de frecuentes y fuertes
sacudidas. Entre el 21 y el 31 de diciembre-1879, la zona del Lago de
Ilopango tuvo más de 600 temblores. En la noche del 27, un temblor
giratorio de 50 segundos de duración destrozó edificaciones
de los pueblos de Ilopango y de Asino. Luego de varios días de
pequeños sismos cerca del volcán San Vicente, en diciembre
19-1936, un sismo derrumbó cientos de casas y edificios, afectando
también a las poblaciones de San Esteban, Istepeque, Tepetitán,
Santo Domingo y Santa Clara, sacudidas por más de 100 réplicas.
En mayo 3-1965, un terremoto de 6.3 Richter destruyó la ciudad
de San Salvador y causó graves daños en Ilopango, Soyapango
y Ciudad Delgado. En la capital dejó 15 Km de destrucción,
110 muertos, 500 heridos y 50.000 personas sin hogar. Fue antecedido
por más de 600 sismos diarios, entre febrero y mayo. Desde el
sismo de octubre 10-1986 hasta noviembre 26, se registraron otros 2.508
temblores más. Entre el 2 y el 16 de abril-1999, ocurrieron 87
temblores de tierra en la isla de Meanguera, en el Golfo de Fonseca.
- A
las 11:50 de octubre 10-1986, San Salvador tembló con un sismo
de 7.5 Richter, con duración de 5 segundos y epicentro localizado
en fallas situadas a 8 Km bajo la zona de Los Planes de Renderos, al
sur. Como resultado, una poderosa onda en forma de ola recorrió
la capital. La devastación y mortandad se centraron en diversos
barrios, y en los Planes de Renderos -donde el fenómeno llegó
a alcanzar los 9.0 Richter-, Ciudad Delgado y Santa Clara. Un deslizamiento
de tierra blanca sepultó 200 casas y causó 100 muertos
en la colonia Santa Marta, al sur de la capital y provocó deslizamientos
en diversos puntos y en las cercanías del Lago de Ilopango.
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