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Internacional para la Reducción de Desastres América Latina y el Caribe |
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desastres en la region Argentina:
Su actual emplazamiento es la confluencia del río Salado (al oeste de la ciudad), con el río Paraná y su sistema de riachos y lagunas (en el este). El incremento del caudal de cualquiera de estas cuencas, hace que la “isla” que es la ciudad, se vea invadida por las aguas. Como en esta última oportunidad, las crecientes del Salado, son menos frecuentes. Hubo crecidas extraordinarias en 1915 y 1973. Sus aguas inundan los barrios Chalet, Centenario, San Lorenzo, Santa Rosa de Lima, Barranquitas, Villa del Parque, entre otros... El
pasado 27 de abril, cuando toda la atención estaba puesta
en los resultados de las elecciones nacionales, donde se elegía
al nuevo Presidente de la Nación, el agua comenzaba a filtrarse
por el extremo noroeste de la ciudad. La población de la zona y particularmente quienes conocen los comportamientos del río venían advirtiendo a las autoridades sobre el importante caudal de agua del río Salado que ingresaba a la zona, producto de las intensas precipitaciones que se estaban registrando en la alta cuenca, con modificación de los ciclos del río por actividades humanas y por el mal manejo de la cuenca. Finalmente, ese mismo día, la fuerza del Salado y los efectos erosivos en la costa, provocaron la ruptura de la defensa, dando lugar al paso del agua que arrasó con todo lo que tenía a su alcance. Viviendas que desaparecieron de la superficie, automóviles y hasta el Hospital de Niños Orlando Alassia – nosocomio de alta complejidad y dotado de los últimos avances tecnológicos -, había quedado inutilizado con dos metros de agua en su interior. Todo era desesperación, impotencia, desconcierto, ya que estábamos ante la tragedia más importante de la provincia, inclusive del país, una crisis sin precedentes. Según las estimaciones, un cuarto de la población de la ciudad resultó afectada (alrededor de 150.000 personas) perdieron todas sus pertenencias, “afectivas y materiales”. A esto debe sumarse las localidades próximas a Santa Fe, que también sufrieron las consecuencias del fenómeno hídrico, con una elevada tasa de evacuados y grandes extensiones productivas afectadas. Hubo sectores de la ciudad que permanecieron bajo el agua durante 20 días. Esto dio lugar a la aparición de enfermedades propias de la contaminación (hepatitis A, Leptospirosis, gripe, entre otras), particularmente en los centros de evacuados donde se alojaba a las víctimas del desastre. Las informaciones oficiales suministradas, dan cuenta de que 30 fueron las víctimas fatales, más un número no precisado de personas desaparecidas. Un párrafo aparte hay que dedicar a la inmediata solidaridad que recibió Santa Fe de parte de todas las provincias argentinas, inclusive del exterior, es el caso del aporte que hizo España, Italia, Japón, EE.UU, Chile, Alemania y otros países conmovidos por las imágenes e información que recibían a través de la prensa. Hoy, solo queda mitigar el dolor de quienes perdieron a sus seres queridos, queda por atender sin egoísmos el hambre, la soledad, la desesperanza, solo atendidos por el voluntariado, por centenares de miles de hermanos santafesinos y argentinos que con la mirada perdida se hicieron y hacen la misma pregunta una y otra vez, ¿cómo se va a recomenzar? En estos momentos se encuentra funcionando en el ámbito Gubernamental el Comité de Emergencia, creado para atender la situación derivada del caos que es Santa Fe. Además, hay entidades intermedias, universidades nacionales y privadas e institutos de invetigación y desarrollo como el CERIDE que integran el Programa de Cooperación Interinstitucional Cientifico-Tecnológico frente a la emergencia y reconstrucción de la región santafesina afectada por la catástrofe y que necesitará de muchos años para recuperar el “slogan” que la identificó como “La cordial o la invencible”y para que su gente recupere – al menos – la tranquilidad que necesita para vivir dignamente como cualquier sociedad civilizada. Para
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