En este nuevo siglo, se ha despertado en los investigadores generadores de información un especial interés y una preocupación válida en la formación de usuarios, debido a la interrelación tan importante que debe darse entre el usuario, el especialista de la información y su productor.

En años pasados, el rol del Centro de Información (CI) podría considerarse pasivo, tradicional y con un enfoque hacia el usuario como agente de consumo. Se lograba satisfacer solamente sus requerimientos de información, exclusivos a su solicitud, sin inducir al usuario a la utilización de otras fuentes o productos.
Sin embargo, con el enfoque actual moderno, dirigido hacia la realización de procesos sistematizados y orientado hacia la elaboración de productos de información que permitan proveer al usuario mayores herramientas que satisfagan sus necesidades, se logra un cambio que sin duda alguna beneficia a los usuarios.

Con los avances de las tecnologías de información1 se aborda un rol diferente de los CI actuales y modernos, donde el usuario es un agente colaborador copartícipe. El Centro no solamente se anticipa a su necesidad de información, sino que a su solicitud, la cual es interpretada, analizada y atendida, responde dándole un valor agregado.

Esta interpretación de la solicitud de información considera los problemas actuales de la temática requerida: la evolución, los avances, las contradicciones y los vacíos encontrados en la información de los planificadores e investigadores. Así, el CI actual puede representar una gran diferencia en la vida de los usuarios, mediante la disponibilidad de información certera, científica, inmediata, actualizada y completa.

Precisamente, este usuario del CI actual fortalece continuamente los procesos de gestión de información. De esta manera, una de las funciones del CI es investigar quién es y con qué tipo de usuario se enfrenta, cuáles son sus hábitos informativos, qué consultan, etcétera. Para lograr esto, es preciso desarrollar una comuni-cación más allá de lo interactivo entre el usuario y el gestor de información. Además del nombre y su dirección, es necesario contabilizar el tipo de educación formal que tiene, su profesión, su ocupación, la edad, el sexo, los vínculos con los servicios del centro, entre otros datos. Luego, es inminente el conocimiento de cuáles son sus intereses, las fuentes y los temas que consulta.

Para el caso específico de la gestión para la reducción del riesgo de desastres, sobre la cual los CI proporcionan información especializada pero relacionada e integrada con las distintas disciplinas o áreas del conocimiento, es importante que los centros que actualmente conforman la Red Centroamericana de Información sobre Desastres (CANDHI, por sus siglas en inglés)2 logren esta integridad de conocimientos. Es relevante tener en cuenta también la imperante necesidad de difundir esta información en todos los niveles: regional, nacional y local.

Cada día es más la información que se genera en este tema. Los centros establecidos en diversas organi-zaciones, como Protección Civil, universidades, Comisiones de Emergencia, etc., tienen un gran reto: lograr que exista una interrelación entre sus usuarios, sus necesidades y los productos que se generan en cada uno de ellos, con el fin de mejorar y fortalecer acciones encaminadas a la toma de decisiones.

Para mayor información contactar a:
María Teresa Casas, mt.casas@crid.or.cr
Coordinadora del Centro Regional
de Información sobre Desastres (CRID)

1 Entiéndase como tecnologías de información no solamente el recurso tecnológico ligado con la informática, sino también la misma información.
2 Puede obtener más información sobre CANDHI en: http://www.crid.or.cr/crid/Echo/proyectos_CRID.html.