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Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres
América Latina y el Caribe  

Revista EIRD Informa - América Latina y el Caribe
Número:13 -2006 -12/2006 - 11-/2005 - 10/2005 - 9/2004 - 8/2003 - 7/2003 - 6/2002 - 5/2002 - 4/2001- 3/2001 - 2/2000 - 1/2000

 

Desastres y Amenazas en la Region

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CEPAL
Los efectos del huracán Stan en El Salvador y Guatemala


Ricardo Zapata Marti, Punto Focal de Evaluación de Desastres, CEPAL
(Los documentos completos pueden ser consultados en la página web
de la sede subregional de CEPAL: www.eclac.cl/mexico)


La CEPAL –a solicitud de los gobiernos de El Salvador y Guatemala– realizó dos estudios sobre el impacto del huracán Stan. Con equipos interinstitucionales, multi-disciplinarios e interagenciales, que incluyeron participación de los organismos financieros internacionales (BM, BID y FMI), de agencias y fondos de Naciones Unidas (OPS/OMS, FAO, OIT, UNICEF, UNFPA, OIM, PNUD) y del BCIE, más de treinta expertos, técnicos y especialistas trabajaron en ambos países entre el 26 de octubre y el 8 de noviembre en las evaluaciones socioeconómicas y ambientales del desastre. Tanto en El Salvador como en Guatemala se contó con el apoyo y el respaldo técnico de los gobiernos, los diversos ministerios, órganos descentralizados, descon-centrados, fondos sociales y otros. Se obtuvo asimismo información y aportes de los sectores privados y de organizaciones de la sociedad civil.

Este desastre regional mesoamericano que afectó con violencia y de forma trágica a ambos países y a México tiene, en su impacto, una expresión local. Por ello la recuperación ha de verse en al menos tres niveles:

  • Nivel local: en el contexto de vulnerabilidad social, física, económica y ambiental de las comunidades en entornos diversos de su topografía, estructura económica y productiva, etnicidad y multiculturalidad.
  • Nivel nacional: el huracán no sólo tuvo un impacto diferencial, sino que afectó más la dinámica y capacidad de recuperación de los grupos vulnerables.
  • Nivel regional: el huracán tuvo consecuencias en el ámbito regional que trascienden fronteras. La recuperación, la reconstrucción y la reducción de la vulnerabilidad y el riesgo, en el corto, mediano y largo plazo, se verán aceleradas de manera sinérgica si se llevan a cabo acciones regionales de cooperación.

Se destacan de manera prioritaria dos aspectos: la gestión compartida y cooperativa de biosistemas que agrupan comunidades, recursos y estructuras similares, así como la gestión territorial –en particular de las cuencas hidro-gráficas– y el potencial de reducir los montos de recursos necesarios o el costo financiero de la reducción del riesgo. En este último contexto se apunta a la necesidad de valorar hacia el futuro la gestión ambiental, como elemento estratégico para la reducción del riesgo y la valoración de servicios ambientales, como fuente de ingresos alternativos para las poblaciones ubicadas en estos biosistemas frágiles y degradados, donde las actividades productivas corrientes no sólo agotan el patrimonio ambiental sino que estarían al borde de su capacidad de sostenimiento.

El apalancamiento de recursos financieros –no sólo como instrumentos anticíclicos frente a los costos de futuras emergencias– servirá para movilizar recursos de inversión que permitan emprender ambiciosas iniciativas pluri-nacionales de reducción del riesgo. Se apunta a la necesidad de potenciar instrumentos financieros, transables en los mercados internacionales. En estas iniciativas aparece como necesaria la participación de las poblaciones locales afectadas con respecto a sus diversidades etnoculturales, de género y otros.

 


Con respecto al fenómeno ocurrido, de manera esquemática puede decirse:

1. Stan fue un evento relativamente “extremo” que se suma al fenómeno estacional de lluvias, el cual en esta ocasión agravó los efectos que recurrentemente se presentan en las zonas afectadas. Los deslizamientos ocurridos en el altiplano y las inundaciones en la costa evidencian la vulnerabilidad acumulada por la gestión inapropiada de cuencas, exposición de laderas por procesos productivos y deforestación, e índices de pobreza y desarrollo humano por debajo del promedio nacional antes del desastre.

2. La respuesta en la emergencia se vio dificultada por el aislamiento y la marginalidad de las comunidades, parti-cularmente en el altiplano. Para ciertas comunidades aisladas la emergencia no ha terminado. Una vez se supere ésta se hará necesaria la preparación en prevención para la emergencia y la restitución de los sistemas de monitoreo y alerta temprana, en particular en la zona del altiplano que de por sí no contaba con una adecuada red de monitoreo. Ello será más eficaz en la medida que sea la propia comunidad, con sus patrones culturales y conocimiento local, la que los maneje, los adopte y determine sus mecanismos de respuesta frente a las amenazas.
3. Tiene efectos negativos sociales más que económicos. Por ello se hace evidente la necesidad de promover procesos de desarrollo sostenible, con mercados de bienes ambientales y de instrumentos de gestión del riesgo, considerando los procesos de adaptación a la variabilidad y al cambio climático.

Si bien la necesidad de gestión del riesgo es reconocida desde hace tiempo –dadas las múltiples amenazas que tiene.
El Salvador y Guatemala tanto en lo hidrometeorológico como en lo sísmico y geológico-vulcanológico–, se requiere en este aspecto generar políticas más sólidas y duraderas de gestión y reducción del riesgo. El impacto social, el mayor en términos cuantitativos, tiene a su vez un impacto cualitativo sobre los distintos grupos poblacionales, en particular los más vulnerables: la población rural, las mujeres campesinas y los pequeños comerciantes, en cuya economía “de patio” el daño y las pérdidas son poco visibles pero poseen consecuencias negativas sobre su bienestar.

El impacto social agravará tendencias ya presentes en la economía que frenen el avance en la mejora de los índices de desarrollo humano, eleven la dependencia de los ingresos de las remesas y lleven a consecuencias negativas sobre el tejido social: migración, marginación y presión social que afecten la seguridad ciudadana.


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