Estrategia
Internacional para la Reducción de Desastres América Latina y el Caribe |
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EIRD Informa - América Latina y el Caribe |
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La
educación creativa Los próximos años constituyen un reto muy especial para nuestro mundo. Los conflictos actuales entre países y etnias, el ambiente, el uso de recursos no renovables y la pobreza requerirán creatividad y mucho esfuerzo para hacerles frente; esto si la humanidad quiere superar esta situación, que es de gran sufrimiento y puede resultar insostenible a largo plazo. Asimismo, en muchos lugares la relación que tiene el ser humano con sus entornos físico y social, con su ecosistema, precisa un cambio profundo si deseamos acercarnos al desarrollo sostenible y pretendemos reducir los riesgos a los desastres. Y es que la reducción de riesgos no es un acto aislado; está muy vinculada con nuestra actitud hacia los demás y hacia nosotros mismos, con el sentido de civismo que tenemos como sociedad, así como con la conciencia social y la forma en que nos relacionamos con todo lo que nos rodea. De allí que una sociedad que está empeñada en la búsqueda de modelos efectivos y balanceados para reducir los riesgos a los desastres suele ser también una sociedad que en otros campos del quehacer social irá avanzando. En muchas ocasiones, la educación ha sido señalada como el factor más importante para lograr el desarrollo sostenible y como medio para cambiar actitudes y comportamientos en la gestión de riesgos. El Marco de Hyogo, adoptado en enero del 2005 por 168 naciones, reconoce este hecho e insta a los gobiernos y a la sociedad civil “utilizar los conocimientos, las innovaciones y la educación para crear una cultura de resiliencia a todo nivel”. Para estimular la discusión en torno al uso de estrategias educativas como herramienta para reducir los riesgos en los lugares más diversos de nuestro planeta, la EIRD y sus socios lanzaron el 15 de junio de este año en la UNESCO (París, Francia) la campaña bianual “La reducción de desastres empieza en la escuela”. Ésta apunta a informar y movilizar a gobiernos, comunidades e individuos para asegurarse de que la reducción del riesgo de desastres esté integrada completamente en la currícula escolar de los países de alto riesgo, así también que los edificios de las escuelas estén construidos de manera que puedan soportar las amenazas naturales. La Campaña durará hasta finales del 2007, pero continuará después bajo el auspicio del Decenio de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sostenible.
Recientemente, la Unidad Regional de la EIRD y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés) organizaron la reunión de trabajo “Identificación de herramientas y mecanismos de colaboración para la inclusión de la gestión del riesgo de desastres en el sector educativo en América Latina”, que se llevó a cabo del 14 al 16 de junio del 2006 en las instalaciones de UNICEF y el PNUD en la Ciudad del Saber, Panamá, con la participación de más de 30 personas de organizaciones internacionales expertas en el área de educación. El objetivo de esta reunión fue identificar acciones concretas en América Latina, incluyendo productos, herramientas y modalidades de cooperación, para avanzar en la inclusión de la gestión del riesgo de desastres en el sector educativo, con énfasis en la enseñanza primaria; asegurando el derecho de los niños de vivir en un entorno seguro, así como garantizar el acceso a la educación durante emergencias. Si sabemos ya que la educación es una de las prioridades más apremiantes, hay que poner manos a la obra. Y es que la educación no es tarea fácil; para cambiar conductas, actitudes y opiniones se requiere trabajo, frecuentemente durante períodos prolongados, y no es algo que se logra a gran escala con un solo proyecto de poco tiempo. Es un proceso que puede ser lento pero que es muy importante seguirlo trabajando. El cambio de percepciones, el cambio de conducta y el darse cuenta del rol que uno puede jugar son procesos que normalmente llevan su tiempo. Esto no sólo
ocurre con la prevención de desastres sino en muchas otras temáticas.
Un ejemplo ilustrativo en otro campo es la necesidad de tener conciencia
que un estilo de vida saludable conduce a una buena calidad de vida. Aunque
este hecho a muchos de nosotros nos puede parecer lógico y que
requiere sólo sentido común, en realidad durante décadas
hubo que realizar campañas y facilitar información para
crear dicha conciencia en los distintos sectores de la población
y lograr así ciertos cambios en la sociedad y a la vez cambiar
estereotipos. En el ámbito de la reducción de riesgos, existen grandes sectores de la población, incluyendo tomadores de decisiones y políticos, que todavía no tienen conciencia de la importancia que tiene la reducción de riesgos, y mucho menos saben cómo realizar acciones y estrategias de prevención. Para unos cuántos, quienes además saben muy poco del tema, es un asunto de ninguna o poca relevancia. ¡No pueden estar más equivocados! Generalmente, para tener “conciencia” de un asunto en particular, que a la vez nos permita lograr un cambio de conducta, hace falta que se cumplan varias condiciones. Por un lado, es necesario que exista información que tenga significado, que sea entendible, que esté a la mano y además motive a que sea procesada o analizada; información que deje alguna huella, por más pequeña que sea. Por otra parte, si esa información que se transmite logra suscitar algún proceso interno que le haga sentir al receptor que le incumbe, que la puede aplicar en alguna esfera de su vida o bien alude a algún sentimiento o valor personal o social, entonces es mucho más fácil que esa información, esa experiencia, provoque esa “conciencia” que buscamos ayudar a crear en la gente. Sin embargo, para ser de verdad exitosos en el acto de “crear conciencia”, también es importante tomar en cuenta que debemos ofrecer ejemplos, información pertinente, experiencias que permitan que el receptor, nuestro público meta, experimente la sensación de que realmente puede hacer uso de ese conocimiento, que le sirva para algo. Por último, es bueno tomar en cuenta que existen modelos ya probados e innovadores de cómo cambiar actitudes y comunicar mejor. Con esto en mente, podemos dar varios ejemplos de actividades que se pueden realizar para crear conciencia sobre la prevención de desastres y la gestión de riesgos:
Por consiguiente,
recordemos que la educación no es estática o por lo menos
no debería serlo. No es una relación pasiva entre un dador
de información y un receptor. Todo lo contrario, es un proceso
dinámico que en cuanto estimule la capacidad creativa, mejores
resultados puede aportar para formar generaciones futuras con un mayor
entendimiento de su entorno y con la motivación suficiente para
construir una sociedad más resiliente. La campaña bianual
2006-2007 “La reducción de desastres empieza en la escuela”
nos ofrece un buen punto de partida para pensar en modelos nuevos y aprender
unos de otros. |
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