Relación entre población urbana y rural.
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Impacto de la urbanización no planificada La urbanización no planificada y el rápido y desordenado crecimiento de las ciudades tienen también impacto negativo en el medio ambiente y el equilibrio ecológico, debido a la densidad del uso de la tierra, la deforestación y la pérdida de cobertura del suelo, así como la contaminación. La deficiencia de los sistemas de drenaje y cambios en la superficie de los terrenos incrementa la acumulación de las aguas de lluvia, con el consiguiente riesgo de inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra. Igualmente, el débil control en la aplicación de normas mínimas de construcción y seguridad de las edificaciones y viviendas es un factor importante en el incremento de la vulnerabilidad en las zonas urbanas, tanto formales como informales. Los desastres por fenómenos naturales, además de afectar principalmente a la población pobre urbana y rural, repercuten directamente en la sociedad marginada: mujeres, niños, ancianos, personas con discapacidades y grupos excluidos, que han pasado a ser los grupos sociales más vulnerables en la región.
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El crecimiento de las ciudades y el aumento de la vulnerabilidad
El acelerado e inadecuado proceso de urbanización es un factor recurrente en los patrones de desarrollo global. Se trata de un factor que debilita la capacidad para la gestión sustentable de los asentamientos humanos y aumenta la vulnerabilidad a los fenómenos naturales y sucesos inesperados creados por el hombre. Cabe destacar y enfatizar que el crecimiento poblacional y el proceso de urbanización no contribuyen, por sí solos, a incrementar el riesgo, sino más bien la falta de planificación y la carencia de recursos y capacidades para transformar en ventajas y oportunidades el fenómeno humano de urbanización. Estas limitaciones, característica de sociedades subdesarrolladas, son los principales ingredientes que incrementan el riesgo.
El impacto de los desastres es mucho más severo en países con pobre desarrollo de prevención, mitigación y capacidad de respuesta, y en países en los cuales los códigos y las regulaciones para la construcción no son implementados.
Desde hace varias décadas en la región existen asentamientos en condición de “irregularidad” que acentúan la vulnerabilidad de la población. Esta situación contradice el derecho humano a la vivienda y crea en las familias una constante situación de inseguridad que no les permite desarrollarse en forma plena e integral. Las familias en situación de irregularidad carecen de todo tipo de incentivos para mejorar su vivienda y viven en el constante dilema de ser desalojados y perder su inversión en las mejoras realizadas en su hábitat. Los asentamientos marginales o en situación de tenencia insegura, sin servicios e infraestructura, con viviendas y edificaciones mal construidas, ubicación en terrenos de alto riesgo, en condiciones de hacinamiento, insuficientes vías de acceso y habitantes sin capacidad para responder a eventos fortuitos, aumentan la probabilidad de que un fenómeno natural se convierta en un evento destructor.
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