3.2 Seguridad alimentaria y nutrición

 
 
 
 
 
Los desastres tienen impacto en las diversas dimensiones de la seguridad alimentaria: disponibilidad, acceso y consumo o utilización de los alimentos en diferentes niveles: individual, hogar, comunidad y nacional. Sin embargo, no todos son afectados de la misma manera; la magnitud, duración y severidad de los efectos depende de la capacidad de respuesta de los individuos y el hogar.
   
  • Vulnerabilidad e inseguridad alimentaria y nutricional
  • Número Total de eventos
  • Escolares con desnutrición Crónica 3
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Diagnóstico del sector salud

En Centroamérica, diversos factores de vulnerabilidad a la inseguridad alimentaria (InSAN) han sido asociados a las mayores pérdidas por los desastres. Entre las zonas identificadas con mayor InSAN se puede mencionar al corredor seco centroamericano y las zonas donde habitan comunidades indígenas de Nicaragua y Guatemala. Las poblaciones que sufrieron de mayor InSAN fueron las más pobres, que tienen medios de vida más frágiles, además de peores condiciones de salud y nutrición previas a las crisis, de acuerdo con información de las Evaluaciones de Seguridad Alimentaria en Emergencias (ESAE) llevadas a cabo por el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

Es bien sabido y documentado que, a pesar de los avances significativos en la región, la inseguridad alimentaria y la desnutrición siguen siendo problemas masivos para Centroamérica, afectando aproximadamente a 6.8 millones de personas25. Adicionalmente, 11.3 millones (o un tercio de la población total) permanecen muy vulnerables a la inseguridad alimentaria, en especial debido a la recurrencia de desastres naturales, tales como huracanes y sequías.

Gráfico 25Gráfica 26

Disponibilidad de alimentos

Los problemas de la disponibilidad de alimentos en Centroamérica se derivan, en parte, del impacto del huracán Mitch y otros eventos climáticos en algunas zonas, la disminución de los precios del café a partir del 2002, el aumento en el precio de los combustibles y la falta de estímulo a la producción agropecuaria, que han causado una baja en la producción y competitividad del sector en el nivel regional. Con la actual crisis global producida por los altos precios de los alimentos se podrían generar, por un lado, nuevas oportunidades para el sector agropecuario, con el consecuente aumento en la producción en el mediano y largo plazo, pero al mismo tiempo podría presentarse una crisis irreversible resultante en un incremento substancial en el número de personas en InSAN y pobreza en la región.

 

Gráfica Aunque las actividades productivas siguen siendo el principal eje económico regional, mantienen una condición muy heterogénea. El subsector de los cultivos no tradicionales tiene alta capitalización física y humana, elevados rendimientos y mayor competitividad, registrando un intenso dinamismo en los años noventa (5.2% anual), pese a los eventos presentados, mientras el subsector de granos básicos, de pequeños agricultores, en su mayoría de baja tecnificación y escasa acumulación de capital físico y humano, continuó estancado (0.8% anual), siendo éstos la base alimentaria y fuente de ingresos principal de las familias más pobres26.

Así, en Centroamérica el grado de dependencia externa27 de granos básicos es creciente. Como se observa en los gráficos, entre 1998 y 2005 ésta se incrementó para el arroz de 42 a 66%, para el frijol de 20 a 24%, y para el maíz de 44 a 57% a nivel regional. Actualmente las importaciones proporcionan el 50% del consumo de cereales, legumbres y oleaginosas28. Obviamente, esta dependencia externa influye en el precio de los alimentos, determinante importante de su acceso por parte de los hogares, provocando una situación de alta vulnerabilidad a la InSAN en la población29.

La alta integración del mercado de granos en Centroamérica muestra que los problemas de oferta en un país repercuten inmediatamente en los otros. Los precios, particularmente de los granos básicos, están experimentando enormes alzas relacionadas con las bajas productividades nacionales y los altos precios internacionales, como el caso del maíz blanco, en Honduras, y los frijoles, en Nicaragua; esto tiene implicaciones importantes sobre la seguridad alimentaria de los hogares pobres, que regularmente gastan entre el 60 y el 80% de sus ingresos en alimentación30.

Acceso a los alimentos

El acceso limitado a los alimentos, producto de la pobreza, desempleo, bajos niveles de ingreso y altos costos de la canasta básica, entre otros, condicionan la seguridad alimentaria de los hogares. A pesar de la reducción en el porcentaje de población en pobreza urbana en la región31, con las mayores disminuciones en Honduras y El Salvador, 6% y 5% respectivamente, así como de la pobreza rural en El Salvador, donde pasó de 69 a 62% entre 1997 y 2002, las áreas en las que habita la población indígena continúan teniendo las condiciones más desfavorables de pobreza, al igual que mayor impacto de fenómenos naturales (producto de la ubicación de sus viviendas y la falta de servicios), lo cual influye sobre las posibilidades de empleo, los niveles de ingreso y su distribución, y las oportunidades educativas.

La información disponible sobre la capacidad adquisitiva de la población como determinante del acceso económico a los alimentos muestra que el aumento en el salario mínimo no corresponde al incremento en los precios de los alimentos. Por ejemplo, en Honduras, a pesar de ajustes casi anuales, el salario mínimo ha experimentado una tendencia consistente de deterioro en su poder de compra, y para las familias de escasos recursos, la compra de alimentos representa una parte significativa de sus gastos. De igual manera, después de varios años de precios estables, entre septiembre de 2006 y febrero de 2008, el costo nominal de la canasta básica alimentaria en Guatemala aumentó 22%; en Honduras, 13%; y en El Salvador, 17%. Para Nicaragua, el índice de precios de alimentos (más extenso que la canasta básica) se incrementó 34% en el mismo período, deteriorando aun más el poder de compra de la población y por ende su acceso a alimentos32.

El incremento del desempleo también ha ocasionado que la migración sea una opción importante para los centroamericanos, haciendo de las remesas una fuente significativa de ingresos y permitiendo a muchos hogares cubrir sus necesidades básicas; además está ocasionando emigración de zonas remotas y productivas, rezagando aun más las actividades agrícolas e incrementando la dependencia de los mercados. Pero debido a que las condiciones laborales de los emigrantes cada vez son más difíciles y al impacto de las crisis globales (devaluación del dólar y aumento en los precios internacionales de los combustibles), la situación de InSAN permanece latente.

Consumo y utilización biológica de los alimentos

 

Los granos básicos son la base de la alimentación de la población en Centroamérica: los frijoles y cereales representan el 75% de la canasta rural en El Salvador, 53.8% y 50% de la canasta básica alimentaria (CBA) en Guatemala y Nicaragua, respectivamente, y 47% de la canasta básica en Honduras33. Sin embargo, el aumento en los precios y la dependencia externa continúa reduciendo el poder adquisitivo de la población más pobre, lo que, sumado a las condiciones higiénico-sanitarias deficientes y el acceso limitado a la educación, se manifiesta en las altas tasas de desnutrición crónica, que son un reflejo de la historia alimentaria de la población.

La prevalencia del retardo en talla para la edad (indicador de desnutrición crónica) afecta al 49% (2002)34 de niños menores de cinco años en Guatemala, al 25% en Honduras (2006)35, al 21% en Panamá (2003)36, al 19% en el Salvador (2003)37 y al 17% en Nicaragua (2006-07)38. Estos índices son aun más graves si se analizan situaciones locales, encontrándose poblaciones con niveles superiores al 70% de retardo en talla para la edad39.

Según los estudios sobre la inseguridad alimentaria realizados por el PMA40, existen municipios vulnerables donde la desnutrición crónica es casi el doble en relación a los menos vulnerables, y continúa concentrada en el área rural, donde en algunos casos duplica la prevalencia de desnutrición crónica urbana.

Es importante notar que, aunque hay zonas que presentan una disminución o porcentajes de desnutrición crónica menos altos, éstas pueden sufrir un incremento inesperado en sus casos de desnutrición aguda por causa de desastres naturales o crisis económicas, tal como ocurrió en Guatemala en 2002 en las áreas del corredor seco, afectadas tanto por la sequía como por la falta de oportunidades de empleo debido a la crisis del café.

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