Estrategia
Internacional para la Reducción de Desastres América Latina y el Caribe |
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Munich-Re* Si bien se dio un marcado incremento en el número de catástrofes naturales registra-das alrededor del mundo en 2000, las pérdidas económicas y de seguros fueron relativa-mente bajas. Una de las razones es que menos zonas urbanas y regiones densamente pobladas se vieron afectadas. Las cifras sobre pérdidas en los últimos años muestran claramente que los golpes directos a los pueblos y las ciudades, las conurbaciones y, en particular, las megalópolis siempre generan pérdidas excepcional-mente grandes. Esto se aplica tanto a terremotos como a tormentas e inundaciones. Además de estos desastres principales, hay otros eventos naturales que pueden tener efectos catastróficos, sobre todo las olas de calor quecomo en Atenas en 1987, o Chicago en 1995son a menudo literalmente capaces de paralizar la vida pública. El granizo, la nieve y las heladas también tienen efectos severos, como sucedió en Munich en 1984, en la ciudad de Nueva York en 1996, y en Montreal y Toronto en 1998. El mantener abastecida a la población y brindarle la asistencia necesaria luego de un desastre natural es particularmente difícil en las conurbacionesesos poblados originalmente separados que han crecido hasta fusionarse en grandes manchas urbanasdonde a menudo el caos se impone inmediatamente después de que ocurren tales eventos y la infraestructura se ve gravemente dañada. Con frecuencia, la evacuación y atención de quienes se han visto afectados no se puede llevar a cabo con la suficiente rapidez. Cambios en los
centros urbanos
En todos los rincones del planeta, enormes conglomeraciones se están desarrollando a un ritmo apabullante, con frecuencia en zonas muy expuestas a los desastres naturales. Lenta pero seguramente, más y más concentraciones gigantescas de personas y capital están surgiendo, maximizando las pérdidas potenciales ocasionadas por un desastre. Las conurbaciones en los países más pobres muestran un nivel particularmente elevado de vulnerabilidad. Las megalópolis son bombas de tiempo cuyo tictac ya se escucha. Debido a sus complejas y desorientadoras estructuras, la adopción de medidas preventivas, la aplicación de planes de respuesta y socorro, y la distribución de suministros humanitarios se tornan sumamente difíciles. Incluso si el número de fenómenos naturales adversos se mantiene más o menos constante en el futuro, es inevitable que los desastres crecerán tanto en número como en volumen. Fuente: Munich-Re
Topics 2000, Grupo Munich-RE
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