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Desastres
en la Región
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Terremoto
en el sur de Perú: Nuestro
país, una vez más fue sometido a una intensa prueba que
evidenció el nivel de preparación de las autoridades nacionales,
regionales, locales y población en general, durante el último
sismo que estremeció la vasta región sur del Perú.
El 23 de junio del 2001 los departamento de Arequipa, Moquegua y Tacna,
así como las provincias de Paucar del Sara Sara y Lucanas del Departamento
de Ayacucho, según los registros del Instituto Geofísico
del Perú el sismo tuvo una magnitud de 6.9 con epicentro, cuyas
coordenadas geográficas fueron 16.20 latitud 73.75 longitud y con
una profundidad de 33 kilómetros, ubicado próximo a la ciudad
de Ocoña en la costa y en el departamento de Arequipa. A consecuencia
del sismo se produjo un tsunami que afectó significativamente a
las poblaciones costeras de Ocoña, Camaná, Quilca y Matarani,
ubicadas en el litoral del Sur del Perú. En el valle de Camaná
el tsunami penetró más de un kilómetro causando destrucción
y muerte. Tanto al norte de Ocoña como al sur de Matarani, la altura
del tsunami no sobrepasó el nivel de pleamar. Cabe mencionar que
el tsunami impactó la costa en el momento en el que la marea alcanzaba
su nivel más bajo. La propagación transoceánica de
este tsunami se registró en los mareogramas de Hawai, Japón,
Australia, Nueva Zelanda y Chile, con alturas entre 5 y 20 cm, según
los datos facilitados por la Dirección de Hidrografía y
Navegación de la Marina del Perú. Población Damnificada Región Sur de Perú El efecto más importante del terremoto en el sur fue la destrucción de viviendas, en su mayoría de adobe. Aproximada- mente el 80% de este tipo de construcción fue destruido o quedó con daños muy severos. Igualmente las vías de comunicación, sufrieron grietas e interrupciones por la caída de deslizamientos de cerros, quedando algu- nas comunidades aisla- das. El suministro de energía eléctrica fue suspendido y en muchas ciudades, se restableció después de comprobar que no existía riesgo para la población. La interrupción de los servicios básicos, durante los primeros días, otorga un panorama dramático y desolador, que sólo puede ser descrito por aquellos que han vivido la necesidad y carencia de estos servicios. El Presidente de la República del Perú, Dr. Valentín Paniagua recorrió la zona afectada durante las primeras horas de sufrido este evento, disponiendo las medidas de emergencia y constituyó, con los principales ministerios, el Comité Ejecutivo de Emergencia, asignando los recursos económicos que permitieran el auxilio a las familias damnificadas. Debido a la magnitud de los daños, se conformó el Comité Nacional para la Rehabilitación de las zonas afectadas, encargando al Presidente del Consejo de Ministros las acciones de coordinación y priorización de la recuperación de los servicios e infraestructura en los departamentos afectados. La movilización de Equipos del Sistema de Naciones Unidas, UNDAC; Equipo Andino SUMA, reforzados por expertos en evaluación, coordinación, operaciones de búsqueda y rescate, entre otros, estuvieron en alerta y ofrecieron a través de la Cancillería, Defensa Civil, Agencias Diplomáticas y los medios más rápidos posibles, su colaboración para ayudar a las autoridades locales y nacionales. A las pocas horas arribaron al país diversos equipos que coordinaron con la Defensa Civil sus actividades en el terreno, aproximadamente 10 equipos compuestos por especialistas de ONU, OPS, UNICEF, PMA, FAO, Federación Internacional de Cruz Roja, OFDA, Cuerpo Suizo de Socorro; estuvieron apoyando la identificación de necesidades y estableciendo mecanismos de cooperación, articulando la participación comunitaria local y regional. Como una consecuencia del evento, para el Intituto Nacional de Defensa Civil, INDECI, la participación comunitaria durante la etapa de respuesta, así como la mitigación de desastres ha cobrado mayor importancia. Los órganos desconcentrados, denominados Direcciones Regionales de Defensa Civil han sustentado su labor en estrategias de organización y participación local, reconociendo este aspecto de índole social como decisivos para reducir la vulnerabilidad, así como para mejorar la respuesta durante y después de una emergencia. En particular, los Comités de Defensa Civil, presididos por los Alcaldes, y la participación comunitaria es clave para organizar las localidades con el fin de reducir la vulnerabilidad y de hacer el mejor uso posible de los recursos humanos y materiales locales. Sin embargo, lograr que las comunidades se organicen para hacer frente a las emergencias y los desastres, es una tarea que aún requiere de mucha información, planificación, participación y trabajo sostenido. Algunas reflexiones sobre esta emergencia, nos indica que son pruebas muy severas para la capacidad logística y de organización, cuando los sistemas de distribución y las vías de acceso terrestre han colapsado, el abastecimiento aéreo es costoso; sin embargo, la necesidad de auxilio a las víctimas, hizo necesario emplear todos los medios disponibles, sin descuidar las principales actividades de soporte y apoyo a poblaciones de menor desarrollo. El reto para nuestras autoridades, se enfatiza en los sectores sociales, donde las deficiencias en el manejo de suministros pueden tener consecuencias delicadas. Para este propósito contamos con el apoyo técnico de la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS), que proporcionó un equipo de profesionales, para la implementación del SUMA, que facilitó la administración de los suministros, provenientes del interior del país, o de la ayuda externa que se movilizó vía aérea y marítima; los aspectos de logística sin la infraestructura necesaria y sin los recursos humanos preparados se torna muy complejo, no puede depender de la improvisación o de las decisiones del momento. Viviendas Dañadas por el Sismo de Perú La respuesta regional
y local, asumió con pragmatismo las labores de respuesta inicial,
movilizando a personal voluntario de diferentes instituciones como Cruz
Roja, Defensa Civil, Iglesias, Bomberos, ADRA entre otras, lo que permitía
tener jornadas de trabajo de casi veinte horas los primeros días;
el esfuerzo y dedicación demostrado por los jóvenes, compromete
nuestra labor en el presente y futuro. Esta entrega silenciosa y anónima
ha quedado plasmada con la inmolación y fallecimiento de nuestro
amigo Filomeno Coloma, que tratando de apoyar a otras poblaciones, sufrió
un accidente en el helicóptero que se precipitó a tierra,
por una falla mecánica muriendo el copiloto, Sub Prefecto y personal
de seguridad. Los resultados de las actividades de preparación en simulacros y ejercicios permitió, señalar que las comunidades de pescadores próximas al litoral tenían conocimiento de la posibilidad de la ocurrencia del tsunami debido al sismo. Sin embargo, los efectos sobre la población, aún estando preparada nos indican la necesidad de enfatizar la difusión acerca de los tsunamis y de sus efectos costeros. La Brigadas de Salud Menta, movilizadas desde la capital Lima, estuvieron realizando acciones para disminuir la magnitud del trauma psicológico, principalmente en niños y mujeres, siendo necesario reforzar dichas acciones como parte de los procedimientos de atención y auxilio a los damnificados. Existen experiencias sobre el desarrollo de una cultura de prevención a través del Programa de Mitigación de Desastres realizado por el Departamento de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas y el INDECI en los años 1992-1995, cuyo escenario de trabajo estuvo ubicado en los departamento involucrados, siendo imprescindible que las autoridades locales, regionales, instituciones científicas y académicas conjuguen esfuerzos para incorporar los componentes preventivos y estar preparados ante un eventual sismo. Los sistemas de construcción en la zona afectada, así como el crecimiento de las ciudades que han experimentado las consecuencias del terremoto en el sur, requieren de una acción planificada para el uso adecuado de suelos y la ubicación de sus viviendas en lugares seguros, con material de bajo costo, que incorpore conocimientos de diseño sismorresistentes. Después de un gran evento como el experimentado con el terremoto en la región sur del Perú, las instituciones que integran el Sistema Nacional de Defensa Civil, deben evaluar y reconocer las carencias que tuvieron en la falta de coordinación, preparación y sentimos que aún nos falta para estar plenamente preparados; las acciones efectuadas sirven de experiencia para que otros países refuercen sus programas de prevención y mitigación de desastres, incluyendo las lecciones aprendidas. Nuestro país, seguirá siendo escenario de otros sismos y tsunamis, pero las condiciones de vulnerabilidad habrán disminuido si cada individuo, padre de familia, dirigente vecinal, autoridad local, Comité de Defensa Civil adopta un firme compromiso de disminuir y prepararse para este tipo de eventos, debemos aprovechar las experiencias superando las limitaciones y deficiencias. |
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