Por Sophie Hares, Oficina Regional de UNDRR para las Américas y el Caribe
La posibilidad de que un mortal huracán en el Caribe coincida con el auge de la pandemia del COVID-19 todavía continúa siendo mínima, pero muchos países se preparan para enfrentar una crisis de dos niveles, mientras al mismo tiempo intentan resolver complicados asuntos logísticos y abordar el problema de sus recursos limitados y suministros escasos.
La capacitación de rescatistas, el aumento de las capacidades médicas y la obtención de equipo de protección son algunos de los retos que enfrenta el Caribe, una región que ha experimentado la brusca caída del turismo y del comercio, lo que representa un fuerte golpe para muchos países con falta de liquidez.
Ronald Jackson, Director Ejecutivo de la Agencia Caribeña para la Gestión de Emergencias y Desastres (CDEMA), explicó que "la mayor preocupación será la disponibilidad de recursos para enfrentar la crisis del COVID y las implicaciones que surgirán para la próxima temporada de huracanes".
De acuerdo con diversos expertos, a medida que se va "contrarrestando la curva", es probable que aún haya numerosos casos en el Caribe donde la planificación de contingencias para la temporada de huracanes y los ensayos y prácticas generales resultan afectados por la pandemia.
Walter Cotte, Director Regional para las Américas de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, comentó que "el mayor repunte del COVID en la región ocurrirá entre abril y mediados de mayo, mientras que la temporada de huracanes será en junio".
"Quizás habrá un intervalo entre ambos hechos y tendremos oportunidades para prepararnos mejor, pero si esto no sucede, y hay puntos coincidentes entre el COVID y la temporada de huracanes, la situación será más crítica", añadió.
UN DEBER DE DILIGENCIA
Según lo explicó el Sr. Cotte, es posible que las respuestas de rescate de emergencia reciban un duro golpe debido al virus, ya que, a medida que se infecta la gente, los encargados de estas respuestas deben cuidar a sus familiares en sus hogares o no estarán dispuestos a dirigirse a zonas de desastre sin suficiente equipo de protección.
Él calcula que entre el 10 y el 20% de los encargados de estas respuestas están bien equipados y capacitados para rescatar a personas en una emergencia. Actualmente, se están realizando esfuerzos para asegurarse de que alrededor del 30% de los encargados de estas respuestas estén capacitados y bien equipados, pero la gran demanda a nivel mundial de equipo de protección para casos de emergencia está disparando los precios y haciendo que sea difícil encontrar suficientes suministros para las personas situadas en la "línea de combate" contra el virus.
Advirtió, además, que es muy posible que las tareas logísticas, que ya son complejas, para llegar a las áreas que resultan afectadas por un huracán sean aún más complicadas por el COVID. Destacó el reto que supuso llegar hasta las Bahamas, Barbuda y Dominica después de las recientes tormentas devastadoras. "No hay forma de realizar rescates sin el deber de diligencia, lo cual ahora representa una doble responsabilidad", añadió.
Por su parte, Jackson manifestó que las restricciones relativas a la cuarentena podrían limitar el ingreso de rescatistas internacionales a ciertas zonas de desastres, y sugirió que los países deben contemplar la posibilidad de hacer un llamado al sector privado para que aporten voluntarios que puedan ayudar en casos de emergencia.
COMPLICACIONES POR EL COVID
Es esencial buscar formas de aumentar las capacidades generalmente limitadas de las infraestructuras de salud de la región, debido a que muchos centros e instalaciones enfrentan el riesgo de sobrecargarse debido a los casos de enfermos de COVID y, según diversos expertos, no podrían hacer frente a la presión adicional de un desastre.
Sin embargo, según el meteorólogo cubano José Rubiera, una vez que entre de lleno la temporada de huracanes, los países deberán buscar formas de limitar el contagio del COVID y mantener las normas de distanciamiento social entre las personas evacuadas y que se encuentran en albergues de emergencia. El Sr. Rubiera agregó que "ya habrá pasado el punto álgido cuando llegue la temporada de huracanes. En la temporada activa, después de agosto, la situación será diferente, pero siempre se tendrá que tomar precauciones (para el virus)".
El enorme costo económico del COVID, señaló el Sr. Jackson, podría significar que los gobiernos cuenten con menos dinero para almacenar reservas y financiar tareas de recuperación si sus países resultan duramente golpeados.
ALTOS COSTOS
El funcionario de CDEMA afirmó que muchos países se preparan para la temporada de huracanes de este año al aumentar sus capacidades y mejorar los planes de implementación, los aspectos logísticos, las cadenas de suministro y las comunicaciones.
Jamaica y Santa Lucía son dos de los países que tomaron medidas para reducir sus riesgos financieros a través de una combinación de servicios, como créditos contingentes, fondos del presupuesto nacional y mecanismos de seguros, explicó el Sr Jackson.
También aseguró que ahora el riesgo es que la crisis ocasionada por el COVID-19 podría consumir los fondos de emergencia establecidos para hacer frente a un huracán, mientras que, al mismo tiempo, será más difícil obtener fondos provenientes de donantes internacionales para aumentar las oportunidades de financiamiento y las solicitudes afines.
"Realmente se trata de cuánto se ha tenido que gastar para hacer frente a esta crisis en particular, antes de que surja la próxima", señaló el Sr. Jackson.
Mientras que el Sr. Cotte explicó que, a partir de ahora, será esencial contar con una mejor coordinación entre los gobiernos del Caribe, las organizaciones multilaterales, el sector privado y las comunidades, a fin de fortalecer la región para poder recuperarse rápidamente de los desastres en el futuro.
Agregó que "es necesario crear una región -en el Caribe y las Américas- en la que todos sean resilientes y estén muy bien preparados. Vivimos en una zona que presenta muchas vulnerabilidades y problemas, y el COVID está demostrando esto y logrando que todos estemos de acuerdo al respecto".
Contrarrestar o aplanar la curva se refiere a espaciar el número de casos durante un período prolongado, a fin de que las personas puedan tener acceso a una atención médica de calidad. En epidemiología, la curva se refiere a la cantidad prevista (o proyectada) de nuevos casos en un período determinado de tiempo.