El derecho a la educación en situaciones de emergencia o desastres
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La educación es un derecho humano y un derecho de la niñez, que permite el completo ejercicio y disfrute de los demás derechos. La educación protege el bienestar, promueve las oportunidades de aprendizaje e impulsa el desarrollo social, emocional, cognitivo y físico de niños, niñas y adolescentes.
Los Estados tienen la obligación principal de asegurar, respetar, proteger y satisfacer el derecho a la educación, aún en condiciones de emergencia. Cuando por una emergencia las capacidades y recursos del Estado se ven limitados y no es posible cumplir con esta responsabilidad, la comunidad internacional debe incluir la asistencia educativa como parte de la ayuda humanitaria, en el marco de sus compromisos legales para responder a las necesidades integrales de las personas.
En éste sentido se puede afirmar que, en emergencia, la educación es una necesidad porque:
- Hace posible la protección física, psicosocial y cognitiva que puede salvar y mantener vidas.
- Ofrece estabilidad y esperanza en el futuro en tiempos de crisis, en especial a los niños, niñas y jóvenes.
- Suministra elementos básicos para la estabilidad económica futura.
- Brinda en la niñez y en la población afectada una sensación de restablecimiento de la vida en comunidad.
- Posibilita el proceso de recuperación emocional de los eventos traumáticos producidos por la emergencia.
Asimismo, cabe resaltar que durante una emergencia se debe asegurar el acceso a un aprendizaje y educación de calidad para todos los niños y niñas de las comunidades afectadas, con énfasis en las necesidades de las niñas, cuyas particularidades suelen invisibilizarse o dejarse de lado, así como también que las escuelas provean un ambiente seguro y protector para la niñez y que sólo en última instancia se utilicen las escuelas como albergues.
Por el contrario, cuando el proceso educativo se interrumpe es necesario: establecer espacios provisionales de aprendizaje, reanudar la escolarización mediante la reapertura rápida de escuelas y el pronto reintegro de estudiantes y docentes, suministrar materiales adecuados de enseñanza y aprendizaje, y promover espacios y materiales para la recreación.
En cuanto al compromiso con los menores directa o indirectamente afectados, éste incluye también que al momento de reanudar la actividad escolar se garanticen, por un lado, todas las facilidades necesarias para el acceso a clases, docentes disponibles, reestablecimiento de programas sociales (nutrición, salud, agua, etc.) y materiales y equipamiento que faciliten la calidad de la educación.
Todo esto es posible mediante una combinación de esfuerzos y estrategias que incluyen:
- La participación de la niñez –y de la comunidad educativa en general– en las actividades de gestión del riesgo en condiciones de normalidad o luego de que haya ocurrido un desastre.
- El desarrollo de preparativos escolares y sectoriales.
- La ejecución de actividades y obras de prevención y mitigación (que incluyen el reforzamiento físico de las edificaciones escolares).
- La elaboración de planes escolares de gestión del riesgo, ligados a los planes escolares, en los cuales se defina lo relativo a temas como el uso de las edificaciones escolares en situaciones de emergencia.
Aspectos clave
A continuación se puntualizarán algunos aspectos clave para la prevención de emergencias.
- La seguridad de la escuela es una responsabilidad social. La sociedad tiene la responsabilidad ética de garantizar que la escuela esté en capacidad de proveerle un ambiente de aprendizaje seguro a la comunidad escolar.
- Educar es prevenir. Cuando las poblaciones conocen las amenazas a las que están expuestas, las formas en que construyen nuevos riesgos y, sobre todo las capacidades y los recursos con que cuentan para enfrentarlas, aumentan sus posibilidades de prevenir los desastres, o por lo menos de reducir el impacto de los mismos. Todos los esfuerzos educativos que tengan como objetivo la prevención de los desastres, constituyen acciones por el desarrollo y por la vida.
- Prevenir es transformar. Todas las iniciativas tendientes a la reducción de riesgo y la prevención de desastres contribuyen a que las comunidades se conviertan en lugares seguros y mejor preparados para responder a los efectos de cualquier amenaza.
- Fomentar alianzas es reducir riesgos. Las alianzas entre asociaciones locales, instituciones del gobierno, centros educativos, organizaciones internacionales, asociaciones de ayuda humanitaria, etc., constituyen una gran contribución a los procesos de reducción de desastes. La sinergia y el trabajo complementario entre actores sociales, enriquecen los esfuerzos por generar comunidades más seguras y mejor preparadas.
- La prevención de desastres también es cosa de niños y niñas. En la escuela niños y niñas deben sentir que la prevención y la reducción del riesgo son una responsabilidad compartida y, sobre todo, una posibilidad para proteger la vida.
- Los desastres no pueden entrar en la escuela. Las maestras y los maestros, y la comunidad educativa en general, en alianza con otras organizaciones, pueden incorporar la prevención de desastres en el currículo educativo, organizar brigadas escolares y generar estrategias comunitarias para hacer de las escuelas lugares seguros y protegidos que sean capaces, además, de irradiar seguridad y protección hacia el resto de la comunidad.
Timoteo Gordillo
UNICEF TACRO
Unidad de Emergencia
Para mayor información dirigirse al portal temático:
www.educacionygestiondelriesgo.crid.or.cr
*Adaptado del documento “Escuela Segura en Territorio Seguro” UNICEF/2009